(www.marcha.org.ar)
Obama fue
reelecto sin discusión, pero inmediatamente la bolsa de Wall Street tuvo
una fuerte caída. Faltan pocas semanas para el "abismo o precipicio
fiscal", la fecha tope impuesta para encontrar una solución al fuerte
déficit de las cuentas públicas.
En un Congreso dividido, demócratas y republicanos deben alcanzar un
acuerdo antes del 31 de diciembre. Si no lo logran, se aplicarán
automáticamente aumentos masivos de impuestos y recorte de gastos. El
peligro de una nueva recesión y la declinación hegemónica.
Por primera vez desde la segunda guerra mundial, la deuda pública de
Estados Unidos superó a su PBI. Hoy asciende a 16 billones de dólares
(16.000.000.000.000). En 1980 ésta era 16 veces menor y apenas alcanzaba
el 30% de su PBI. Representa un tercio de las deudas públicas de todos
los países del mundo. Cada estadounidense debe 50.000 dólares (200.000
por "familia tipo"). De 2007 a2010, el PBI estadounidense creció un 4,26%
y la deuda nacional un 61%. Las grandes corporaciones pagan cada vez
menos impuestos: hacia 1950, estos representaban el 30% de los ingresos
del presupuesto nacional, mientras que en 2009 sólo el 6,6%. Los
recortes impositivos de Bush, los gastos por los grandes rescates a
bancos y empresas y el expansivo presupuesto militar hicieron colapsar
las cuentas públicas. Hasta ahora, Estados Unidos trasladó sus
desequilibrios hacia el resto del mundo, imprimiendo dólares y emitiendo
bonos del Tesoro. Pero este creciente déficit fiscal no puede
mantenerse indefinidamente.
En el verano boreal de 2011, Estados Unidos estuvo muy cerca de entrar en default,
o sea en cesación de pagos. Luego de semanas de debate, en agosto el
Congreso acordó permitir a la Casa Blanca elevar el nivel de la deuda
pública hasta las elecciones presidenciales. Antes de fin de año,
demócratas y republicanos deben alcanzar un acuerdo para morigerar el
creciente déficit fiscal. Si no lo logran, automáticamente se producirá
el "abismo fiscal", que incluye el fin de masivas rebajas impositivas
"temporarias" establecidas por Bush hace una década. Minutos después de
anunciada la reelección de Obama, se inició el debate sobre cómo
evitarlo.
El ajuste automático implicaría un masivo aumento de impuestos, que
afectaría al 90% de los contribuyentes, y a la vez recortes
multimillonarios en los presupuestos federales de salud, educación y
defensa. El monto es descomunal: 800.000 millones de dólares (una vez y
media el PBI de la Argentina). Según el propio FMI, de aplicarse este
mega-ajuste la economía de Estados Unidos volvería a caer en recesión en
el primer trimestre de 2013, profundizando todavía más la crisis
económica mundial iniciada en 2008. La Oficina del Presupuesto del
Capitolio estima que el PBI podría contraerse un 0,5%, aunque otros
pronósticos señalan que la caída podría alcanzar el 1,5%. Esto
provocaría un aumento del desempleo (las cifras oficiales lo sitúan en
7,9%, afectando a 13 millones de personas) y de la pobreza (16%, la más
alta en medio siglo).
Obama inicia esta semana negociaciones con el presidente de la
Cámara de Representantes, el republicano John Boehner. La propuesta del
reelecto presidente implica reducir el déficit fiscal en 4 billones de
dólares a lo largo de la próxima década, incrementando impuestos del 35
al 39,6% sobre las personas con ingresos superiores a los 200.000
dólares anuales (o las familias que ganen más de 250.000). El líder
republicano, bajo la tenaz presión de los fundamentalistas
anti-estatales del Tea Party, pretende en cambio un recorte
masivo de gastos en salud y educación y ningún aumento de impuestos. Si
bien otros miembros de ese partido, que controla la Cámara de
Representantes, reconocen que podrían aceptar algún aumento de
impuestos, el consenso parece muy lejano.
Más allá de las frenéticas negociaciones en Washington entre los dos
partidos, que empezarán un largo recorrido el viernes 16 de noviembre,
el debate de fondo es quién pagará la crisis en Estados Unidos. El Tea Party,
luego de acusar el golpe por la derrota de Romney, intentará volver a
desplegar su poder de presión, en función de que no se aumenten
impuestos. La clave será si los jóvenes indignados del movimiento Occupy Wall Street,
los inmigrantes latinos en lucha, los sindicatos que resistieron en
Wisconsin y los docentes y estudiantes que se movilizaron en Chicago
lograrán contrarrestar esa ofensiva y evitar que el ajuste recaiga sobre
las espaldas del 99% de la población.
Más allá de la resolución del déficit fiscal en las próximas semanas,
esta situación es una muestra más de que la hegemonía estadounidense
está cada vez más en duda. Estos desequilibrios económicos, hasta ahora,
los pueden mantener ya que cuentan con la moneda utilizada como reserva
mundial y para las transacciones comerciales y financieras. Pero el
dólar ya no tiene la preponderancia que ostentó desde la posguerra.
¿Podrá Estados Unidos seguir (sobre)consumiendo a costa del resto del
mundo? ¿Marcará la resolución de este desequilibrio fiscal un nuevo
escalón en la declinación relativa de Estados Unidos?
* Docente UBA e ISEN. Investigador del CONICET. Autor de Vecinos en conflicto. Argentina y Estados Unidos en las conferencias panamericanas (Ed. Continente, 2011), de Relaciones peligrosas. Argentina y Estados Unidos (Capital Intelectual, diciembre 2012)
y del blog www.vecinosenconflicto.blogspot.com